Me llamo Lucía, tengo 54 años y vivo en A Coruña.
Hace ocho meses, conocí a Irene Vázquez, ella me diagnosticó un síndrome miofascial del suelo pélvico. El periné o suelo pélvico es la región del tronco situada cerrando la pelvis por debajo. ¡Por fin tenía un diagnóstico!, un trastorno doloroso, que afecta a los músculos y fascias en donde los músculos implicados tienen unos puntos gatillo (PG) extremadamente dolorosos. El tener un diagnóstico, era lo más importante para mí, el saber que este trastorno era crónico, complejo e invalidante fue, en ese momento, como una sentencia de lo que me esperaba los próximos años de mi vida.
Actualmente, a Irene le debo que ese dolor haya disminuido considerablemente (e incluso tener días sin dolor); que pueda llevar una vida normal y que conozca los factores o causas que pueden incrementar el malestar. Cuanto mayor es el tiempo de evolución de la disfunción peor es el pronóstico. El factor clave es el tiempo y he tenido la gran suerte de conocer a Irene en el momento oportuno. Espero que mi experiencia pueda ayudar a más gente que esté en mi misma situación…
Mi tormenta perfecta había empezado mucho antes. Hacía un año que empecé a tener dolor, quemazón y ardor en la vagina. Fui a una consulta con mi ginecólogo de siempre que me diagnosticó una candidiasis. Yo sabía que no se trataba de una mera infección y de hecho las pruebas fueron negativas. Volví a su consulta dos veces más y el tratamiento que me pautó no mejoró mi estado. Estaba empeorando y decidí ir a ver a una ginecóloga (pensaba que una mujer podía entenderme mejor). Me costó mucho explicarle cómo me encontraba pues yo no paraba de llorar. La sintomatología que tenía fue suficiente para que ella, me diagnosticó “vulvodinia”, dolor que rodea la abertura de la vagina. Me dijo que no se conocen las causas con exactitud, que había innumerables factores que podían provocarla y que el objetivo del tratamiento iba a consistir en aliviar los síntomas, pues no había un tratamiento específico para curarla. Empecé a tomar una medicación para el dolor y me aconsejó que fuera a un fisioterapeuta especialista en suelo pélvico que, en ese momento, no me dio buen resultado.
Después de varias sesiones, el dolor no sólo no cedió, sino que se volvió más intenso y se desplazó hacia el ano. Presión, dolor anal y sensación de quemazón horrible en toda la zona. Volví a visitar a la ginecóloga que ha sido, en todo este proceso, una persona que se ha involucrado totalmente en mi problema. Creo que, sin su ayuda y apoyo, no hubiera llegado a reponerme y a encontrarme tan bien como estoy en la actualidad.
En esos meses, el dolor era insoportable. Tanto que ya tenía una depresión importante. Emocionalmente estaba hundida. Me sometí a innumerables pruebas médicas para encontrar una causa a mi dolor y consecuentemente a varios tratamientos en Unidades del Dolor. No hubo nada concluyente que explicara este dolor y ningún tratamiento que lo mitigara.
Finalmente, mi ginecóloga me recomendó que visitara a Irene. Tras una primera visita y una evaluación exhaustiva y minuciosa de mi sintomatología, empecé con ella mis sesiones de fisioterapia de suelo pélvico. Han pasado meses y la recuperación está siendo increíble. Irene me ha ido liberando los PG situados dentro de bandas tensas de los músculos del suelo pélvico y de sus fascias (PUEDES ENCONTRAR MÁS INFORMACIÓN SOBRE ESTO AQUÍ)
He llorado mucho en la consulta de Irene, vivir con dolor no es fácil, ella está siendo ahora mismo mi gran apoyo emocional en todo este proceso. No solo me ha ayudado aliviar el dolor; sino que me ha hecho entender en qué consiste mi trastorno; me ha dado pautas y consejos que me están ayudando en mi recuperación y, sobre todo, me ha hecho comprender que la Fisioterapia se está convirtiendo en un punto clave en mi proceso de recuperación. Parece que, por fin, la tormenta se aleja.
Gracias Irene.