Cómo ya he dicho en ocasiones anteriores el dolor pélvico no es una enfermedad ni es para toda la vida y este término lo único que significa es que tienes DOLOR EN LA PELVIS (algo de lo que seguramente ya te habías dado cuenta).
Después de acudir a muchos profesionales llegas al Fisioterapeuta especialista en suelo pélvico y te dice que tienes una “disfunción del suelo pélvico”.
¡Lo primero que piensas es que algo no está funcionando bien en tu cuerpo… pues no!, no significa que tu suelo pélvico esté defectuoso ni que haya algo en ti que esté mal, sino que está funcionando de una manera diferente a cómo debería.
NI BIEN NI MAL…DIFERENTE (el lenguaje es importante)
Existen varios factores que contribuyen a que esta zona empiece a funcionar de una forma diferente afectando a los tejidos de la zona (músculos, ligamentos, fascia, articulaciones, órganos pélvicos, etc.). No me quiero extender demasiado con ellos ya que tengo en mente escribir otro POST sobre eso, por el momento sólo nombraré algunos para que vayan sonando:
- Infecciones de orina o de hongos repetición.
- Cirugías abdominales y/o pélvicas.
- Caídas de culo.
- Cicatrices sin tratar (p.e. episiotomías, desgarros perineales, cicatrices abdominales, etc.)
- El embarazo/parto.
- Estreñimiento crónico.
- Actividades que implican estar sentado mucho tiempo cómo la bicicleta, etc.
El inicio del dolor viene dado por un daño o disfunción en uno o varios de esos tejidos y posteriormente nuestro cerebro y el sistema nervioso serán los encargados de mantener ese dolor pasados 6 meses, incluso una vez que el daño en esos tejidos ha desaparecido.
Centrándonos en la disfunción o daño neuromuscular podemos decir que existen varios mecanismos por los que estos tejidos pueden provocar dolor, pero vamos a focalizarnos en dos de los más frecuentes:
1. Los famosos puntos gatillo:
Los músculos están compuestos por fibras que se “solapan” acercando sus dos extremos (por ejemplo, para realizar un movimiento) o se separan de forma que estos extremos del músculo se “alejan” el uno del otro. Los músculos que se “solapan demasiado” (por ejemplo, en una sobrecarga muscular) o que se “separan excesivamente” (por ejemplo, en el parto al pasar el bebé por el canal vaginal) son más vulnerables a poder presentar PUNTOS GATILLO MIOFASCIALES (PGM). Estos PGM son pequeños nódulos palpables e hipersensibles situados en una banda tensa muscular. Esta contractura causaría un aumento de la tensión en la fibra muscular afectada y una disminución del paso de oxígeno (a través de la sangre que va al músculo) lo que termina dañando el tejido y provocando una mayor sensibilidad y dolor en la zona.
2. El dolor referido:
Los órganos pélvicos están envueltos por un tejido denominado fascia y en íntimo contacto con los músculos del suelo pélvico. En el caso de la mujer tenemos el útero, la próstata en el hombre y la vejiga y el intestino en ambos.
Cuando hay una inflamación o infección, por ejemplo, en la vejiga, el dolor de ese órgano puede afectar al tejido que está alrededor: musculatura y nervios del suelo pélvico, abdominales e incluso la piel de esa zona (vulva o pene). Esto se denomina DOLOR REFERIDO y el ejemplo más claro lo tenemos en un infarto cardíaco, dónde la persona percibe el dolor en el cuello, hombro, brazo más que en el propio pecho. ¿Porqué ocurren estos dolores referidos? El mecanismo no está del todo claro, se supone que a nivel de la médula hay un cruce de información de los nervios entre el órgano que tiene el problema y los tejidos que están a su alrededor. La señal dolorosa del órgano llega a nivel de la médula espinal de forma desorganizada causando dolor en zonas en las que no debería. Este cruce de señales puede causar, además, una contracción de la musculatura y los tejidos del suelo pélvico (contractura). Por poner un ejemplo, las infecciones de orina de repetición podrían entonces provocar que el tejido y los músculos del suelo pélvico que están alrededor de ella se contracturen generando dolor.
También puede ocurrir lo contrario. Una contractura en la musculatura del suelo pélvico puede causar dolor en la uretra, vejiga o recto, e incluso recrear síntomas que se pueden asemejar a una infección de orina (aumento de la frecuencia urinaria, dolor al orinar, quemazón, etc). Es por ello que muchas veces los test que realizan los Urólogos dan negativo a una infección y sin embargo el paciente refiere síntomas muy similares que pueden generar confusión.
_________________________________________________________________________
El contenido de este blog en ningún momento pretende sustituir la valoración, diagnóstico o tratamiento de un especialista. Te recomiendo que busques siempre el asesoramiento individualizado de un profesional sanitario que pueda ayudarte. La difusión de esta información se realiza únicamente términos de educación, prevención y promoción de la salud.